

Afortunadamente uno acierta tarde, cuando parece que el cansancio gana, y elige correctamente. La noche del martes era para cine. Y la elección recayó en esa estupenda película de Wolfgang Petersen (en su etapa brillante en Alemania, antes de viajar a Hollywood), “Das Boot”. Traducida aquí como El Barco o el Bote, en realidad la lata de lujo o el submarino, lugar donde se desarrolla la historia de esos alemanes en 1941, en medio de la Segunda Guerra Mundial. Uno que vibra con el cine, disfruta el cine y recrea la historia desde muchos lugares recorridos por las cámaras, los espacios y los personajes, inevitablemente relaciona escenas, hechos y llega caprichosamente a interpolar tiempos, espacios y a deformar los sentidos metiendo el fútbol en el medio. Durante la tarde de esa noche de cine, Real Madrid había jugado un partido increíble ante Schalke 04, que finalmente le dio la clasificación en la Champions. Lo hizo, sí, pero cayendo en el estadio Bernabeu por 4 a 3 y pasando de ronda por un global 5-4.
¿Qué tiene que ver lo visto a la tarde con lo observado, y arbitrariamente relacionado, por la noche en sesión de Cinema Paradiso doméstico? No sé… La verdad es que no sé. Solo que el “sofware” de arriba y el “hardware” del medio establecieron un contacto y los datos coincidieron sin sentido solo para la sensibilidad del observador. Un miembro de la tripulación del submarino alemán abre una compuerta de la sala de torpedos y demudado le dice a sus compañeros la peor noticia: ¿Torpedos, aliados, ataque aéreo? No, nada menos la que señalaba que el Schalke (club del que son simpatizantes la mayoría de los habitantes del submarino alemán) había caído 5-0 y por lo tanto la semifinal del campeonato alemán (aún no existía la Bundesliga, fundada en 1962) estaba perdida.
Por favor, ¡Qué crueldad del fútbol y del cine! Por la tarde la épica del Schalke casi se consagra en el Bernabeu ante uno de los mayores poderíos futbolísticos, como el del Real Madrid ganando 4-3. Por la noche el Schalke ambientado en 1941 había perdido 5-0 la semifinal, según esos marinos que no tenían google para consultar. Deformación profesional. Rápido al archivo, a la web, a los datos perdidos y a los amigos estadígrafos tiempo completo. ¡Por favor qué alivio! En 1941 el Schalke no perdió la semifinal del torneo alemán 5-0 ante nadie. ¿Cómo avisarle a Petersen o a esos soldados con la muerte cercana y posible (el cine muchas veces refleja en la ficción, la realidad que nos envuelve) que no hubo derrota ignominiosa (más para la raza superior según el vergonzoso credo nazi) en la semifinal?
¿Por qué? Porque el archivo devuelve que en ese 1941, pero en la final del torneo, el Schalke sí perdió 4-3 ante Rapid de Viena (Alemania y Austria unían su fútbol y sus torneos en uno, guerra mediante y hermandad política correspondiente). Se sabe que los datos en el cine a veces van por otro rumbo, y que finalmente no condicen con las emociones, ni la trama, ni siquiera con la rigurosidad de la crítica. Pero ¡Qué caprichoso el 4 a 3! Y que disparador de insomnios movilizantes.
Claro, como a veces sólo el fútbol y el cine producen. En la estupenda película, o film, me corregirán los cinéfilos, el submarino tuvo un contacto con España, y fue cuando averiado recaló en el puerto de Vigo para reparaciones menores y seguir su ruta guerrera bajo el agua, mientras su tripulación continuaba, compensando sus penas y temores, alimentando su pasión por el fútbol. Esos marinos que en realidad eran actores de una historia que nadie sabe si alguna vez existió, expresaban el mayor pesar ante un resultado en contra en el fútbol y afrontaban un destino de posible muerte en la realidad. El dolor más profundo y el temor más incierto.
Bah, en la ficción. Porque en realidad hablamos de una película de casi dos horas en la madrugada y de otra de noventa minutos que habíamos visto por la tarde. Paradojicamente ambas supuestamente tuvieron un final no feliz para los alemanes. Claro, si todo fuera cine o si todo fuera fútbol.