A los 27 años se puede tocar el cielo con las manos o haber conseguido todo lo que a otros no les alcanza la vida para lograr ni siquiera al uno por ciento. Los 27 años para un jugador de fútbol en cualquier tiempo y lugar pueden ser una llave, una cima, o una meseta. Pero como no hay regla escrita que defina por si sola lo que puede pasar con un futbolista «elegido», vamos a hacer un ejercicio desde y hasta los 27 años de dos personajes notables. Son historias distintas, momentos diferentes, épocas que no se pueden comparar en nada, ni siquiera el país escenario de las vidas de estos dos elegidos. De España hablamos. Con diez días de diferencia pero 61 años de distancia, nacían en Barracas y en Rosario, los dos jugadores que iban a cambiar las historias de los dos clubes más emblemáticos de España. En el Sur de la Capital Federal (Barracas) nació Alfredo Di Stéfano un 4 de julio, el de 1926, y en Rosario lo hizo Lionel Messi un 24 de junio, el de 1987. Por supuesto que ni en ese momento y ni siquiera cuando empezaron a pegarle a la pelota o cuando empezaron a tener fama, nadie suponía y menos ellos soñar con que iban a cambiar la historia de dos clubes muy poderosos, y al fin hoy, los dos más grandes, marketineros y convocantes en todo el mundo. Y a los 27 años la vida tiene ese no se qué…
Alfredo Di Stéfano, tras una controversia entre River, Millonarios de Colombia, Barcelona y Real Madrid (con peso del gobierno del propio Francisco Franco, dictador reinante en España -lo fue durante 39 años- y simpatizante notorio del Real), terminó llegando a la Casa Blanca (tal cual orgullosamente ostenta como rótulo el Real Madrid). Si bien esa edad para un futbolista en cualquier época es sinónimo de plenitud, semejante examen en 1953 no dejaba de ser una aventura para el examinado. El gran Alfredo, en 11 temporadas en el Real, logró tener un promedio de gol de 0,76% por partido pero eso podría quedar en una simple estadística personal. Lo llamativo es que sus números y sus actuaciones con la pelota como socia le dieron al Real una proyección y un impulso que nunca había tenido. Cuando ya con Don Alfredo ganó la Liga 1953/1954 el club llevaba 20 años sin títulos. En las 11 temporadas con él, obtuvo 8 ligas de España, 5 de sus 10 ligas de campeones y 1 de sus 4 intercontinentales. Eso sin hablar de lo que produjo en su marca. Decir Real Madrid era decir el más grande de todos los grandes. Y decir Di Stéfano era decir el mejor del mundo. Claro que más interesante aún era ver como El Alemán (apodo de Alfredo en Argentina y Colombia), devenido en Saeta Rubia (por su velocidad y color de cabello) se transformaba en el mejor del mundo por jugador integral, de toda la cancha. Grandes futbolistas, técnicos y analistas lo sintetizan explicando cómo sacaba la pelota de su área y terminaba definiendo en la rival. El fútbol total 20 años antes. Sus rivales eran excepcionales, pero sus compañeros también (la delantera de Kopa, Rial o Didí, Alfredo, Puskas y Gento, lo refrenda) ratificando (como le pasa a Messi) que también tiene un valor muy alto e importante ser el diamante más grande entre tantas joyas.
27 años es la edad. Exactamente la que tiene aún Lionel Messi, quien llegó a Barcelona de preadolescente. Debutó oficialmente a los 16 años (en un amistoso ante el Porto) y en primera de la liga de España un año después. Repasar todos los títulos de Messi en el Barcelona sería reiterativo y no es el objetivo de este ejercicio, pero es interesante observar lo que realmente había cosechado el club hasta ese momento y luego con él. Messi es uno de los ejes de este humilde juego del fútbol que proponemos, sí, pero más lo es desde lo que produjo potenciando a su nueva casa catalana. Partiendo desde que su equipo tiene 10 títulos menos de Liga que el Real y, si bien su máxima sequía no fue de 20 años como arrastraba el Real cuando llegó Di Stéfano, los números son llamativos: sin títulos 10 años entre las temporadas 1973 y la 1984, luego 6 años de sequía entre 1984 y 1990, 4 años entre 1994 y 1998 y 6 entre 1998 a 2004. Parece mucho por lo menos para un equipo superpoderoso y uno de los más grandes del mundo. Y hay que tener en cuenta la revolución que produjo la escuela holandesa y la presencia de Johan Cruyff en un periodo rico en juego y resultados, entre 1988 y 1996. Pero el tiempo pasó y hoy encuentra a Messi, con 27 años, habiendo sido decisivo en la obtención de 6 de las 22 ligas que tiene Barcelona, en 3 de las 4 Champions y en dos mundiales de clubes. Y él personalmente con un promedio de gol de 0.90% por partido.
A la edad en la que Alfredo Di Stéfano empezaba a escribir una historia brillante en el Real Madrid (y la mejor del club en su historia), Lionel Messi sigue escribiendo la mejor del Barcelona en todo su historia. Caprichos de las cifras, en este caso que representan años, aunque no haya sido tan caprichosa la genética para que los dos jugadores que llevaron a lo más alto a clubes gigantes (lo que aumenta mucho más sus aportes), hayan nacido a menos de 400 kilómetros de distancia, en un país de casi 3 millones de kilómetros cuadrados de superficie. Los periodistas tenemos una deformación similar a la de los simpatizantes aunque quizás es porque la pasión se modera con el oficio pero nunca se va del cuerpo y el alma, por lo menos para la discusión. Eso de andar comparando y buscando quién fue el mejor de la historia o el Dios del fútbol o del deporte. Algo que obviamente no sirve para nada sino para alimentar polémicas estériles. Lo que sí es evidente y nadie puede obviar es que de los cuatro futbolistas más superlativos de cada tiempo (y de todos los tiempos) tres hayan nacido en esa amplia superficie citada (Di Stéfano, Maradona y Messi) y al cuarto haya que ir a buscarlo a un país vecino (Pelé en Brasil). Pero lo que es llamativo y extraño, aún hasta para lo evidente, es que sean dos argentinos quienes han logrado hacer más grandes a los muy grandes, futbolisticamente, por supuesto. Y eso es lo que hicieron Di Stéfano con el Real Madrid y Messi con Barcelona. Guste o no guste. Los números en estos casos hablan por si solos, para quienes vean en los números y en las estadísticas factores de definición taxativa e inapelable. Luego está lo que sienten los hinchas de esos equipos que han visto jugar a estos seres superdotados y califican lo que produjeron en sus clubes desde el honor y la emoción por sus saberes como jugadores. Porque los hinchas entienden que sus clubes van más allá de cualquier hombre o jugador. Y está muy bien. Pero también saben que sin esos jugadores, la gloria hubiera quedado recortada, más «terrenal». Si el Real siempre fue grande, don Alfredo DiStéfano lo hizo más grande, cuando llegó allí a los 27 años. Si el Barcelona era grande, Lionel Messi lo hizo más grande, y amenaza con más, hoy allí a los 27 años. Tan solo y nada menos que eso…